viernes, 4 de mayo de 2012

Nacidos para correr (Christopher MacDougall)




En busca de una respuesta, Christopher MacDougall se encuentra con la tribu de los mejores corredores de larga distancia del mundo. Aislados por el terreno más abrupto de América del Norte, los misteriosos tarahumaras de las barrancas del cobre en México son los guardianes de un arte perdido. Durante siglos han seguido técnicas que les permiten correr cientosde kilómetros sin descanso y perseguir desde un ciervo hasta un maratoniano olímpico y disfrutar de ello. Con ingenio y sabiduría, MacDougall va de los laboratorios más avanzados de Harvard a los valles soleados y los picos nevados donde cada vez más corredores empujan hasta el límite sus cuerpos. El secreto de la felicidad está a tus pies.


Editorial: DEBATE, 2011
ISBN: 9788483069479
Palabras nuevas: frazada, aconito, toronja, rayano
Citas:
  • Roger Bannister: <<Cada mañana una gacela se despierta en África. Esa gacela sabe que debe correr más rápido que el león más veloz o de lo contrario morirá. Cada mañana en África, un león se despierta. Y sabe que debe correr más rápido que la gacela más lenta, o pasara hambre. No importa si eres la gacela o el león, cuando el sol sale, será mejor que estés corriendo>>
  • Ken Chlouber: <<Hazte amigo del dolor y nunca te encontrarás solo>>
  • Verdades dolorosas: 1)Las mejores zapatillas son las peores, 2)A los pies les gusta una verdadera paliza, 3)Hasta Alan Webb lo dice: <<Los seres humanos están diseñados para correr sin zapatillas>>
  • <<No había nada malo en Jenni, que no pudiera ser arreglado por lo que Jenni tenía de bueno>>
  • Doctor Daniel Lieberman: <<Si puedes correr seis millas en un día de verano, entonces, amigo mío, eres un arma letal en el reino animal. Nosotros podemos despedir calor mientras corremos, pero los animales no pueden aguantar el jadeo mientras galopan.>>
  • <<No corremos para ganarnos los unos a los otros, sino para estar junto a esos otros>>
  • - Has estado increíble –dijo Scott.
    -Sí. –dije- Increíblemente lento.
    Había tardado más de doce horas, lo que significaba que Arnulfo y Scott podrían haber hecho el recorrido una vez más y aun así me habrían ganado.
    -A eso me refiero – insistió Scott-. Yo he estado ahí, amigo. He estado ahí muchas veces. Y hacen falta más agallas que cuando vas rápido.