Cuando sea grande yo quiero ser finisher. Finisher es una filosofía de vida. Es el deseo y la fuerza de voluntad de terminar lo que se empieza. De llegar hasta el final aunque parezca casi imposible. De seguir adelante cuando otros te dicen que tires la toalla. Significa levantarse cuando te hayas caído y limpiarse el barro de la boca cuando estas tirando del carro para no quedarte parado. No necesitan a nadie que les motive. Ser finisher significa saber que aunque las cosas vayan mal, se arreglaran si uno realmente lo quiere y trabaja en ello.
El término inglés finisher se suele utilizar para los corredores que terminan una maratón. Son aquellas personas que el día después de la competición con mucho orgullo, cojeando por las agujetas del esfuerzo llevan puestas sus camisetas de “Finisher” paseando con su pareja, amigos o familia por la ciudad. Ellos han luchado por ese día después. No importa el tiempo, no importa la posición en la que han terminado la carrera, lo que importante es estar en el grupo de los “finisher”. Todos los meses de entrenamiento con frio, esfuerzo, cansancio, lesiones, etc. han valido la pena para disfrutar de aquellos instantes antes y después de cruzar linea de la llegada.
Dick, Judy y su hijo Rick Hoyt son finisher. Una parálisis cerebral no tiene que impedirte participar en 1000 carreras de maratón y triatlón. Cuando Rick nació en 1962 le dijeron a sus padres que lo entregaran en un centro médico y que ahí se iban a ocupar de él. Los Hoyt se negaron a seguir el consejo médico y se lo llevaron a casa. Durante mucho tiempo las autoridades le negaron el acceso a una escuela pública. Estaban convencidos que su hijo no tenía un daño celebrar que le impidiese aprender como a cualquier otro niño. En la universidad de Tuft desarrollaron un dispositivo que con el movimiento de la cabeza de Rick, un cursor sobre una pantalla con letras y un botón en su silla le permitió comunicarse finalmente con su entorno de manera más activa.
Christopher Paul Gardner es un finisher. Muchos de nosotros conocemos la película “En busca de la felicidad” (“Pursuit of Happiness”) con Wil Smith. La historia está basada en su autobiografía que publico en el 2006. En 1981 Gardner invirtió todo su dinero en un dispositivo medico con el que arruino su familia. Su mujer lo dejo y se encontró viviendo en la calle junto con su hijo Christopher cuando le embargaron la cuenta porque no podia pagar los impuestos. Tuvo que luchar contra 19 competidores para conseguir unas prácticas como corredor de bolsa. Visto que en el lugar para gente sin techo había que llegar temprano para conseguir una cama, tenía menos tiempo para realizar sus llamadas para captar nuevos clientes para la empresa donde quería entrar. A través de todas las dificultades consiguió la beca. Gardner hoy tiene su propia empresa, es inversor, autor y ponente.
Kilian Jornet es un finisher. Cuando lees su libro “Correr o morir” te das cuenta que para la mente humana no existen límites si no te lo permites. Correr durante 37 horas para realizar 250 kilómetros alrededor del lago Tahoe se consigue únicamente con años de preparación y mucho talento. Pero también el “Messi de los corredores de ultrafondo” alcanza sus límites físicos después de 10 horas corriendo. Estando a la mitad del recorrido y tener que correr 20 kilómetros demás porque te has equivocado de camino y no desmotivarte es excepcional. Cuando le preguntan cómo consigue correr tantos kilómetros suele responder: “El cuerpo a veces no puede más, pero la mente llega mucho más allá.”
Si ves lo que han conseguido estas personas te das cuenta que tu propia situación o tu propio reto es pequeño. Existen muchas historias de finishers cotidianos que no figuran en este post. Estas y otras historias demuestran que cuando te propones algo que realmente quieres lograr, lo consigues. La fuerza mental que tienen Dick, Rick, Judy, Chris y Kilian es impresionante. Ellos son finisher.
Cuando sea grande, yo quiero ser finisher.
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