...pero no procedo de ningún país, de ninguna ciudad, de ninguna tribu. Soy hijo del camino, caravana es mi patria y mi vida la más inesperada travesía.
A veces alguien coge una piedra. Si es del tamaño de una ciruela o una pera, hay que sujetarle la mano a ese hombre, pues corre el riesgo del malherir a su adversario. Si coge, en cambio, una piedra del tamaño de una sandía, podemos irnos tranquilos pues ese hombre no tiene la menor intención de tirarla; sólo necesita sentir un peso en las manos desnudas.